En un mundo dividido en fronteras, donde las mercancías tienen libertad de movimiento pero las personas no, la amistad de dos niños es más fuerte que las condiciones impuestas por los gobiernos.
Pone en evidencia cómo un sistema economicista discriminatorio de Europa hacia África se tambalea con la sencilla fuerza de los sentimientos verdaderos de amistad de los más jóvenes que no encuentran barreras. Un niño europeo puede pasar la frontera escondido en un camión “sin problemas” por lo impensable del destino en la ficción, pero trágicamente conocemos la discriminación inversa que sufren miles de personas en la actualidad.
Un reconocimiento a las cosas verdaderas que tenemos que fortalecer en nosotros en el momento actual frente a la locura de las barreras que separan a los seres humanos.